sábado, 6 de agosto de 2011

60 segundos

Vamos a pensar que a esto le podemos poner algún nombre. Podría ser disposición, deleite, sueño o análisis. O todo a la vez. Vamos a imaginar que lo que un fotógrafo necesita es compromiso, imaginación, placer y reflexión. Aceptemos que ninguna de estas cosas puede comprarse en una tienda; ni siquiera en una grande, llena de aparatos que abarrotan vitrinas que alcanzan hasta el techo. Que nada de lo verdaderamente importante para ser un buen fotógrafo tiene forma, color o precio.

Demos por sentado que deberían mostrarnos cómo manejar las herramientas en las tiendas donde las adquirimos, y que en las escuelas tendrían que enseñarnos otra cosa. Quizá que la vida es más grande que la fotografía, que hacer fotos es como plasmar sueños sobre una superficie de papel, que un fotógrafo que no se pregunta es como un pedrusco tirado en mitad del camino, que es un proceso largo que nadie sabe ni lo que dura ni por donde discurrirá, que fotografiar no es mirar a través de la cámara, que es otra cosa: algo con nombre pero con cientos de definiciones distintas. Intentemos visualizar las escuelas de fotografía totalmente vacías de aparatos y con un cartel a la entrada donde estaría escrito: “Esto es una escuela de fotografía. Hacer fotos no tiene nada que ver con lo que tienes en las manos. Aquí no se enseña a utilizar herramientas, aquí enseñamos a mirar”. Aceptemos que esto puede ser una auténtica chorrada, pero a la que puede merecer la pena dedicar setenta segundos, que es lo que tardamos en leerlo.

Fernando Puche

1 comentario:

PETIT dijo...

Precioso!